4 de octubre de 2015

El fracaso de Lucas Matthysse

Podemos hacer una lista de centenares de peleadores inferiores a Lucas Matthysse que fueron campeones del mundo, objetivo que al argentino le ha sido esquivo en dos oportunidades, y que a sus 33 años de edad ve alejarse quizá sin remedio.

Perdió ayer con el ucraniano Víktor Postol, fue noqueado por primera vez en su vida, y desilusionó a sus paisanos que daban por descontado un triunfo para anotar el número 38 en la historia de sus campeones. Retirado ya Maravilla Martínez, con el Chino Maidana sin decidir su futuro inmediato, Argentina ve peligrar su vigencia en el gran boxeo mundial porque la lectura que deja esta derrota inesperada es que tal vez Lucas no está destinado a triunfar en los momentos clave.

El uruguayo José Laurino, médico e historiador de boxeo, abordaba este tema con autoridad y en su libro 'Boxeador, máquina de pelea' hablaba de la 'nikefofia', o temor al éxito, que se convertiría en el peor enemigo de algunos deportistas cuando llega el día D. Sigmund Freud habló de ellos señalándolos como 'los que fracasan al triunfar'.

Lucas Matthysse pertenece desde hoy a la multitudinaria comunidad de los que no lograron habitar en el éxito porque se quedaron en el umbral. Como la Cobra Colbert, como el colombiano Mario Miranda, como en Argentina el mendocino Manuel González, Del Valle Herrera y Martillo Roldán; como en México Roberto Rubaldino.

Le perdono todo al Lucas Matthysse ser humano, porque cuando no se puede no se puede, y es una mentira la frase miserable que dice que lo que importa no es competir sino sólo ganar. Sin embargo, me uno a los desencantados con el Matthysse-boxeador que en ninguna de sus dos peleas titulares perdió porque sus rivales fueran una maravilla o mejores que él en teoría al ponerlos bajo la lupa.

Matthysse perdió ayer, contra Postol, como aquella vez anterior, contra Danny García, porque hizo peleas pobres que no estuvieron a la altura de sus hazañas de otras noches.

La administración de su equipo en aquella pelea con García fue un compendio breve y contundente de cómo no deben hacerse las cosas, y lo de ayer fue un rendimiento escaso, pusilánime, de quien se esperaba que parado frente a la mayor oportunidad de éxito en su vida, la tomara para sí sin pedir permiso y con la autoridad y el desenfado de un verdadero campeón.