24 de octubre de 2015

Golovkin buenísimo, pero no vende

Hay boxeadores como Gennady Golovkin. Hay vinos, hay ropa, hay películas, hay cantantes y hay personas de calidad indiscutible que no enamoran ni seducen a grandes colectivos.

El kazajo Gennady Golovkin le ganó hace pocos días a David Lemieux y vendió 150 mil pagos por ver. El Canelo vende un millón, Manny Pacquiao vende dos millones y Floyd Mayweather vendía tres millones o más.

Lo de Golovkin me recuerda lo de Larry Holmes, nunca apreciado en su tiempo, ni después, a pesar de su calidad y de la presunción de invencible que lo distinguía. Holmes, como Golovkin, era agresivo, de modo que ni siquiera entran en el departamento de los que pelean sin mucha acción como los Miguel Canto, los Nicolino Locche, o los Hilario Zapata.

La calidad y la seducción van por caminos separados. Acorralado por su edad, 33 años, Golovkin no tiene una década por delante. Quizá tenga 2 o 3 años para hacer fama y dinero, que suelen ser los objetivos principales de quienes están en este oficio. En México la pelea González-Viloria fue vista por un auditorio más numeroso que la GGG - Lemieux. Que no me digan que el triple G vende poco porque no es gringo, porque el Chocolate tampoco lo es, y si éste llama la atención por una segura pronta pelea con el Gallo Estrada, el kazajastano también la llama porque podría vérselas con el Canelo.

El futuro del gran peso medio (campeón o no campeón no importa, porque el reparto de títulos en esta época es infame) se constriñe a cotejar con el ganador de Cotto - Canelo, y no mucho más. Nada sólido, nada planetario y loco. No hay una pelea que se espere como en aquellos tiempos se esperó Chávez - Macho Camacho o, más cerca, el fiasco Mayweather - Pacquiao.

"No siempre el número 1 es el mejor", titula hoy mismo en La Nación de Buenos Aires el gran Osvaldo Príncipi hablando de este tema, y cuestionándose, como yo, la inexplicable levedad de Gennady Golovkin en el estrellato. Tiene razón Osvaldo, el número uno, el campeonato, el título, es una búsqueda. El mejor en cualquier actividad puede no ser el circunstancial número 1. Por eso la importancia que tenían las clasificaciones, los famosos rankings, en el boxeo, hace años, cuando la búsqueda y hallazgo del mejor era una labor de inteligencia inclaudicable. De buenas clasificaciones, e ineludibles, salió por ejemplo Julio César Chávez.

Eso ya no existe, claro, porque las limitaciones de los dirigentes de los sacrosantos organismos es proverbial, porque los boxeadores grandes deciden ellos con quién pelear, sin hacer caso a las clasificaciones, y porque para algún pinche organismo que ya ni quiero recordar ahora hay 'supercampeones' con lo que le pusieron un superlativo al superlativo para estafar.

El futuro de Gennady Golovkin dirá si logra romper la inercia y confirma su calidad convenciendo a las multitudes. Parece que lo merece, atendiendo a sus logros. Hoy, todavía, su escasa popularidad está en deuda con su calidad.

Triste pero real. Como que un periódico vende más con una cabeza dedicada al Chapo Guzmán que a un estudio minucioso de la poesía de Alfonso Reyes.