1 de noviembre de 2003

Inteligencia de perro

Me preguntan si los perros pueden ser considerados inteligentes. Me sorprende la pregunta porque para mí la mayoría de los perros son más inteligentes que muchos seres humanos que conozco.

Mis perros Didi, Gorbi y Felipe unas veces entienden y otras no entienden. Si les digo que se suban a la cama, entienden. Si les digo que se bajen, no.

Una buena amiga amante de los animales, Angélica López Fraile, me escribe desde Chile para pedirme que la auxilie, porque es motivo de burlas cuando trata de polemizar con amigos sobre la inteligencia o no inteligencia de los perros. Le dicen, claro, que los animales son irracionales y que eso los hace inferiores.

No hallo ninguna sorpresa en este arrebato de suficiencia antropocéntrico que he escuchado inclusive a pensadores de buen calibre. Que no saben nada, por supuesto, de la necesidad que tiene el mundo de que revaluemos la vida, todo lo vivo y la naturaleza que es nuestro continente.

La gente precaria que escucha una tontería y la repite hace un daño involuntario muy grande. Mientras se piense que los animales son inferiores descansan cómodamente las conciencias de quienes los usan para comerlos, para vestirse y para divertirse.
Muchos animales aventajan al ser humano en fuerza, velocidad, percepción auditiva, vista, olfato, sin que esto signifique que son superiores sino que tienen aptitudes diferentes.

Es tan evidente para cualquier inteligencia mediana que los animales no humanos son para la naturaleza sólo otra especie –nosotros una, ellos otra—y que es vergonzoso para los “superiores” someterlos y degradarlos con el único argumento de la fuerza-inteligente, que parece mejor negarlo que aceptarlo porque aceptarlo duele.

El que no se conduele no es culto ni sensible, no piensa ni razona, es decir no es superior sino un esperpento de soberbia, y tiene una relación viciada con lo que en el mundo está vivo.

Como quien se pone un saco “se ponen” algunos la inteligencia que niegan a los animales, sin ruborizarse por lo que hacen con su pretendida superioridad. Lo que hacen es ser crueles, torpes, violentos, depredadores, asesinos, carniceros, insensibles, indolentes, omisos.
No ven en los animales inteligencia. ¡Qué van a ver! Se morirían de vergüenza si tuvieran que reconocer en los animales cualidades de fidelidad, solidaridad, bondad y amor que ellos no tienen.

Inteligencia es la capacidad para resolver problemas, en una de sus acepciones. Muchos hombres tienen capacidad sólo para crearlos.

Inteligencia es también capacidad para comprender, aprender o asociar.
Los animales humanos y no humanos tienen formas de inteligencia distintas.
Y torpezas distintas también. ¿Los hombres que se creen superiores habrán observado qué poco se equivocan los animales?

Con la misma abyección con que hoy se pretende negar igualdad de derechos a los animales, en otras épocas oscuras para la inteligencia se procedió igual con las mujeres (Thomas Taylor en 1792 escribió "Reivindicación de los derechos de los brutos’"para ridiculizar "Reivindicación de los derechos de las mujeres" que el mismo año había escrito Mary Wollstonecraft).

¿Para qué traigo este ejemplo? Para afirmar que los grandes cambios culturales son cuestión de tiempo. Si los años traen a los hombres una evolución razonable, alguna vez se concluirá que el martirio animal de estos tiempos fue una de tantas miserias de pobreza espiritual y racional.

Una demostración inteligente mínima en un ser humano educado, supongo, es la que ejercita el que es capaz de conmiseración, de hacer y pensar para un mundo mejor, de ser solidario y agradecido, respetuoso con la naturaleza y con la vida, hacedor y protagonista de buenos ejemplos, comprometido con el ambiente y el mundo que lo contiene.

El que se prohibe cuestionarse si el más débil merece respeto, pero se lo da.
No es gran cosa el hombre tosco, ignorante, larvario, que en lugar de ver al perro, al animal, a lo otro que hay por ahí con indulgencia, se preocupa por hacer notar su pretendida e inexistente superioridad.

Hay quienes quieren que todo mejore, sin mejorar ellos.

Tienes que educar con el ejemplo, Angélica, y nada más. Siempre da resultado. Es la única manera de educar.