28 de agosto de 2017

El legado de Floyd Mayweather

Ni los más optimistas se atrevían a asegurar que no sería un engaño.

El genio mal portado que es Floyd Mayweather decidió enfrentar a un no-boxeador en su despedida -si es su despedida-, y el anuncio de semejante desatino puso en guardia a los aficionados al boxeo.

Era un espectáculo revestido de una pátina de cosa boxística, pero espectáculo al fin porque no podía combatir exhibiendo las artes del boxeo Conor McGregor que nunca había peleado.

¡McGregor!, para colmo contra un genio del ring y de la defensa, con alguna posibilidad, por reducida que fuera, de conectar un golpe y ganar.

¡Imagínense! El boxeo milenario, la primera disciplina del hombre sobre la tierra, porque en los orígenes sólo sobrevivieron los más fuertes, humillado por un externo, por un paria de lo nuestro, por un aventurero hocicón y atrevido llegando a la cima sin subir la montaña.

Un ejército de intolerantes con afectar al pugilismo, entre los que me contaba, esperaba el final de la pelea, el fiasco, el engaño, lo fraudulento, para descargar la artillería contra Mayweather, la promoción, los comentaristas, Dios y María Santísima, y así vengar la afrenta.

Pero no sucedió. Fue poco, según desde donde se mire, pero pudo ser cien veces peor.

Fue una peleíta. Mayweather rindió por debajo de su promedio histórico y McGregor fue un advenedizo, patético como boxeador.

Pero no fue una estafa.

No fue una estafa porque nadie esperaba otra cosa.

De lo que se podía esperar sucedió lo mejor.

Los peores vaticinios no se cumplieron. Si alguien compró boleto para ver algo diferente, desconocía cuál era la oferta. No había forma de ver algo mejor. Fue un espectáculo, no fue boxeo de academia, no podía serlo.

Esta variante grosera de nuestro querido boxeo, lo lastima, especialmente al haber resultado un negocio tan próspero, porque podrían multiplicarse los intentos de repetirla, y si las taquillas se mueven con parecidos disparates, vamos a terminar haciendo pelear al Canelo con un oso, o a un hombre contra una mujer, o a Jackie Nava contra una monjita.

No puede ser. Las autoridades del boxeo, tan incompetentes, tan predispuestas para participar del circo, deberían poner límites, deslindando al boxeo de la farándula.

Redimo a Mayweather y a McGregor porque su peleíta no cayó en lo prostibulario que tanto temíamos. Mayweather caminó hacia adelante buscando al rival, cosa que no le habíamos visto nunca, y lo hizo por la pelea, por el resultado, por ganar y por ganar bien. Julio César Chávez, lo hizo pedazos en nuestra transmisión de televisión, insistiendo una docena de veces sobre su mal desempeño.

Yo tengo otra opinión. A la salida de la T-Mobile un aficionado me preguntó que qué le faltó a Floyd para lucirse, y le respondí: -‘Nada, no podía lucir mejor contra el estilo cucaracha del irlandés-‘ - ‘¿Qué estilo es ese Don Lama?’ – ‘Uno que no habíamos visto nunca.’

Que se entienda, no es Floyd Mayweather el que tiene la obligación de proteger al boxeo, aunque sería deseable que lo hiciera, la obligación es de las autoridades.

Yo no estoy de acuerdo con estas excentricidades, con torcer la costumbre para exacerbar el morbo del gran público, pero no debo culpar a los peleadores por algo que creíamos que iban a hacer y no hicieron. Redimo a los dos porque su peleíta fue peleíta pero no pudimos gritar fraude, estafa.

McGregor que se vaya a las MMA y que no vuelva al boxeo, y Money que se vaya al retiro porque del boxeo hay que irse cuando no se puede agregar nada a lo que hay atrás.

Fue una peleíta, aunque George Foreman haya dicho que fue una gran pelea, aunque haya sido una delicia ver a Mayweather después del tercer round. El boxeo serio y grande es otra cosa. Esto no puede compararse con Tunney-Dempsey, con Graziano-Zale, con Alí-Foreman, con Hagler-Durán, con Chávez-Camacho.

50 - 0 es el récord de Floyd Mayweather y tiene un enorme mérito. Otra vez comentaristas grandes y pequeños hablaron del 49 0 de Rocky Marciano, el mito americano que desde Nat Fleischer no quieren reconocer que es falso. ¡Qué va! Para ellos Marciano fue un campeón blanco invencible en un mundo de negros triunfadores. El récord de Marciano, que perdió con Collie Wallace (el mismo que interpretó a Joe Louis en la película biográfica) y con Bob Girard, fue 52-2.

Floyd Mayweather es un prodigio de la defensa en el ring. Cosas como las que él hace parece que sólo las hicieron Young Griffo y Charley Burley, aunque del primero sólo lo sabemos por haber leído la historia y del segundo hay pocas imágenes en los archivos.

Algunas veces me reclaman que no le doy a Floyd todo el crédito que merece, porque digo que carece de uno de los atributos fundamentales de un boxeador: la ofensiva. Es mi forma de verlo y en materia de opiniones ya sabemos que hay de muchas.

Como todos Mayweather tiene virtudes y defectos. Él ha elegido el mundo del oropel y la ostentación y lo demás le importa poco. Es tan grande que no tiene tiempo para las cosas terrenales. Es cuánto tiene, vale lo que su cuenta bancaria. Pertenece al mundo de los egoístas del boxeo. Floyd y Don King son imbatibles en mezquindad. Se quieren un poco ellos y mucho a su dinero, y no quieren a nadie más.

Cada cuál elige por qué quiere ser recordado.