23 de noviembre de 2014

Manny Pacquiao vs Chris Algieri, para pelear se necesitan dos

"Rien n'est stupide comme vaincre ; la vraie gloire est convaincre". Víctor Hugo (1862, Los Miserables)

Nada es tan estúpido como sólo vencer, la verdadera gloria está en convencer. La frase del insigne escritor francés es con frecuencia demoledora para los que tienen abundante público que los siguen.

Cuando alguien gana 30 millones de dólares en una presentación, como Manny, la ejecución de su trabajo tiene que ser perfecta.

Manny Pacquiao superó en cada segundo de la pelea (pelea, es un modo de decir) a Chris Algieri en Macao, no corrió riesgo alguno y sumó un resultado, pero se sintió incómodo. Transitó del empeño a la frustración, de la frustración al enojo, del enojo al fastidio y del fastidio a la resignación.

Una característica del filipino es la felicidad. Cuando pelea juega, se divierte, está contento y se le nota. Anoche, no.

Ganó, lo hizo con suficiencia sobrada, en varios pasajes nos produjo la sensación de que se quedó a un golpe de noquear, pero no pudo redondear una gran noche (un mediodía, habría que decir, porque la pelea fue a la una de la tarde), confirmarse como el zurdo más vistoso de la historia, departamento en el que hace rato superó a Marvin Hagler.

Leo una docena de comentarios en la mañana del domingo, analistas de varios países que tratan de explicar los pormenores de una noche sin gloria. Lo tratan bien a Pacquiao, casi sin excepciones, ("It was a masterful showing of boxing from Manny Pacquiao", dice el Inquirer de Manila) y sé de todos modos que hubo aficionados inconformes. Es fácil tomar el pulso de la gente en estos tiempos de redes sociales. En México influyó en las opiniones el golpeteo de Julio César Chávez que en la transmisión poco menos que crucificó a Manny Pacquiao.

Yo fui condescendiente con el León de Manila. Vi la pelea de anoche pensando en la pelea anterior, con Tim Bradley, para compararlo, y en la pelea que viene --ojalá se dé--, con Floyd Mayweather, para proyectarlo. Manny fue veloz, que es lo que importa para juzgarlo hoy. Lo demás, las habilidades, las sutilezas, están instaladas en él. Mientras pueda acelerar hasta donde en sus mejores noches, seguirá vigente.

Chávez dice que recibió demasiados golpes, y yo creo que recibió los inevitables cuando buscaba provocar la pelea. Se esforzó, trató, hizo por que hubiera hostilidades. Si no lo hacía nos dormíamos todos.

Relevo de culpas a Manny, el problema fue Chris Algieri. Cada pelea es diferente para un boxeador. Las cuatro de Pacquiao con Juan Manuel Márquez fueron de trámites parecidos, en la antípodas de lo de ayer. Márquez se esconde un poco con su defensa. Pero vuelve, contragolpea, se faja, pone el pecho a la metralla, está siempre ahí, es un enemigo honesto, que acepta el duelo. Algieri lo rehuyó.

Para colmo, instalaron en Macao un ring de casi 7 metros por lado, dentro de cuerdas. No me pregunten por qué Manny Pacquiao lo permitió. Le facilitaron al retador la huida pertinaz que conspiró contra el espectáculo. Parece que estos detalles, de importancia suprema, no se cuidan, ni siquiera en este nivel. Con un ring del tamaño que usamos en México (6 metros por lado), la pelea de ayer era otra.

Antes de una pelea usted y yo, todos, tenemos una idea sobre lo que debe suceder, que a veces se confirma y otras veces no. Ningún peleador da exactamente lo que habíamos pensado, da un poco menos o un poco más, y en eso se van los destinos de un combate. Cuando un aspirante a campeón llega a su gran noche, como Algieri ayer, puede quedarse corto (como Tony De Marco contra Jessie Vargas, pongamos por ejemplo), o sublimarse y lograr una hazaña (Muhammad Alí contra Sonny Liston, Carlos Monzón contra Nino Benvenuti, Sal Sánchez contra el Colorado López). No esperábamos que Chris Algieri estuviera llamado a ser Alí o Monzón, por supuesto, entre otras cosas porque a los 30 años de edad era de suyo imposible, pero algunos creímos que podía dar una buena pelea.

Algieri se fajó contra Ruslan Provodnikov, lo hizo con determinación y coraje. Tuvo el rostro sanguinolento en un estallido y un ojo a punto de abandonar su órbita, y siguió peleando, lo que auguraba una entrega digna frente a Pacquiao, suficiente para crear una batahola sobre el ring, a despecho de sus limitadas habilidades, no comparables con los recursos de Manny. Pero sufrió (y era imposible adivinarlo, pronosticarlo) lo que en psicología y en jurisprudencia se llama "temor reverencial", que es el que siente un individuo frente al jefe, un soldado frente al coronel, en fin, el que se somete en sumisión ante lo que acepta a priori como alguien o algo superior.

Como el Canelo cuando peleó con Floyd, Algieri se entregó sin luchar, se conformó temprano, no quemó nunca las naves, cambió deseos de triunfo por la modesta aspiración de terminar de pie.

En otras palabras, la pelea le quedó grande a Chris. Dedicó todos sus esfuerzos a defenderse y caímos en lo que sentencia el viejo adagio de que si uno de los dos no quiere, no hay pelea.

Pero dejemos al neoyorquino, que en lugar de convertirse en historia se convirtió en pasado.

El fantasma de Floyd Mayweather estuvo también anoche en el ring de Macao. La permanencia de Manny Pacquiao en el boxeo tiene valor mientras sea imaginable una pelea entre los dos.

Las últimas semanas se sucedieron una serie de situaciones que permiten sospechar que la pelea es posible. Parece deliberado el reclamo repetido de Pacquiao indicando que Floyd no quiere pelear, y el silencio de éste que crispa la ansiedad de los que esperamos una respuesta. Bob Arum hizo su mayor apuesta al decir que ofrece 250 millones de dólares para que se los repartan ambos, y cristalizar el acontecimiento deportivo más caro de la historia.

Pacquiao interesa mucho vs Floyd, e interesa muchísimo menos contra Terence Crawford, Danny García o Jessie Vargas.

Sabemos que hay que resolver un asunto comercial severo. Floyd Mayweather pelea para CBS/Showtime y Manny Pacquiao para Time Warner/HBO. Las dos corporaciones se unieron en promoción en 2002 para hacer posible Lennox Lewis vs Mike Tyson y lograron (en ese momento) la pelea con mayores ingresos de todos los tiempos. Ahora tienen más motivos para asociarse.

Las veleidades que conocemos de Floyd Mayweather no son de alguien que está loco, sino de uno que se hace el loco. Sería incomprensible que quisiera irse del boxeo sin aceptar este reto. El puede abandonar el deporte, pero no se irá del mundo. Le será muy difícil caminar por la vida como promotor, como actor, como empresario, cargando el estigma de no haber enfrentado a Manny Pacquiao.

El filipino ya peleó, ayer. Son libres. Será grandioso si en las próximas semanas se confirma la pelea esperada.