17 de enero de 2014

José Sulaimán

La muerte de José Sulaimán sacude profundamente las estructuras del boxeo.

El pasado recoge los nombres de grandes dirigentes de nuestro deporte, Eddie Eagan, Bob Christenberry, William A. Muldoon, Abe Green, Bill Brennan, Rodrigo Sánchez , Piero Pini, y el mayor Melvin L. Krulewitch, a quien Dwight Eisenhower ascendió a general. Ninguno alcanzó la estatura de Sulaimán.

El mexicano llegó a la presidencia en 1975, y pronto mostró su sello reformador. No imponía ideas, las contagiaba. Era persuasivo, convincente, seducía a la gente y sumaba fieles a su causa como Napoleón sumaba soldados a sus ejércitos. “No existe ni ha nacido quien pueda comprarnos con el poder del dinero”, decía en 1976 en un discurso provocador que enamoraba a los amantes clásicos del boxeo, a los que soñaban con un pugilismo alejado de la contaminación mafiosa que de distintas maneras se había enquistado desde siempre en la promoción y en la administración de las carreras de los boxeadores.

Supo enarbolar banderas y ponerle valores a su prédica. La lucha en contra del Apartheid lo acercó a las Naciones Unidas, y a personalidades como Nelson Mandela y Arthur Ashe. No tuvo fisuras ni errores en la batalla contra la discriminación. No tuvo un solo tropiezo, ni hizo excepciones. Ningún boxeador del mundo, por más de una década, recibió beneplácito del Consejo Mundial de Boxeo para ir a combatir en la Sudáfrica manchada de segregación, y cuando en marzo de 1980 se anunció a Harold Volbrecht, sudafricano, en pelea contra Pipino Cuevas en la Ciudad de México, en una maniobra pergeñada para destruir su estrategia y empeño, yo mismo lo acompañé a la Secretaría de Gobernación a la que acudió sin pedir cita para exigir respaldo. En dos horas el asunto estaba arreglado con la prohibición a Volbrecht para ingresar al país.

Fue un dirigente todopoderoso el José Sulaimán de aquellos días, único hombre en el mundo capaz de promover y hacer respetar reformas que lo mejor del boxeo reclamaba a gritos. Nadie más lo hubiera logrado: redujo las peleas a doce rounds, impuso control antidrogas en todos los encuentros titulares, creó jurados neutrales, movió el pesaje de los boxeadores al día previo, reglamentó cuatro cuerdas al ring y obligó a los campeones a pelear con retadores oficiales para que dejaran de eludir a los mejores.

Con esto es suficiente para la inmortalidad. Pero además relacionó al boxeo con otros ámbitos, reivindicó el derecho de los más humildes --como él les decía—a buscar un destino sin ser estigmatizados, apuntaló la unión entre las comisiones boxísticas de todos lados y se ocupó personalmente de problemas, carreras, destinos, tragedias, tribulaciones y penas de todos los boxeadores del mundo que se le acercaron.

La tarea de los buenos comisionados del boxeo es ciclópea, e irreemplazable. Hoy, en su muerte, José Sulaimán sigue siendo un símbolo. No hay en el boxeo del siglo XXI, a la vista, un dirigente como el que él fue hace treinta y menos años. Falta le haría a este boxeo otra vez lastimado un nuevo Sulaimán.

Pero no es posible, porque la vida y las horas y los años que pasan se llevan todo y no dejan nada de lo que fuimos un día, apenas la memoria por unos años en los que quedamos y sabemos atesorar en el recuerdo lo que quisimos.

En esta hora sembrada de congoja, que su legado sirva de inspiración a los que ahí están, en la dirigencia del boxeo, para que eleven hoy plegarias por el que se ha ido y desde mañana sus miras a las alturas visualizando un boxeo más justo y mejor.

4 de enero de 2014

Pacquiao, Mayweather y la lista negra de las grandes peleas que nunca se hicieron

Manny Pacquiao y Floyd Mayweather podrían pelear o podrían no pelear. La pelea es la más grande del mundo pero si no se hace –y quizá sólo queda 2014 para hacerla-- irá a la lista de otras iguales que los aficionados soñaron pero jamás vieron. Estos dos tipos creen que tienen derecho a escoger lo que les plazca, yo creo por el contrario que tienen la obligación de darle esa pelea a la gente, a la que deben tanto.

Ayer Sugar Ray Leonard –se me adelantó por unas horas—dijo lo que estoy diciendo. “Les ruego a Floyd Mayweather y a Manny Pacquiao que peleen. No es por ellos, es por el público, que tiene a derecho a decir un día ‘yo recuerdo esa pelea’”.

Sepan ustedes, queridos amigos, que esto ha pasado ya en el boxeo, y ha pasado mucho. En México sufrimos un vacío existencial cuando en su momento Humberto González ‘Chiquita’ y Ricardo López hicieron historia grande cada uno por su lado sin llegar a subirse al mismo ring.

Muchos años antes el público había esperado infructuosamente una pelea entre el fabuloso ‘Ratón’ Macías y el ‘Toluco’ López. Ellos pelearon, en realidad, como amateurs. Ganó el ‘Ratón’ y obtuvo el derecho a viajar a los Juegos Olímpicos de Helsinski, pero una nueva confrontación en condición de profesionales era obligada, y no se dio.

Algo parecido puede decirse de una confrontación nunca lograda entre Rubén Olivares y Vicente Saldívar, porque ‘el Negro’ Pérez que cuidaba los intereses de este último nunca se animó.

La indeseada historia de estas famosas no-peleas no tiene, sin embargo, cincuenta o sesenta años, tiene cien. Hace una centuria, efectivamente, podemos situar el primer ejemplo de dos gigantes que no se encontraron, con Jack Dempsey y Harry Wills. Dempsey era blanco, quizá el mayor campeón de la historia de peso completo, y Wills era un coloso negro nacido en Nueva Orleáns a quien nunca se le permitió chocar con el gran Jack por la barrera racial que existía.

Y hubo otras a través de los años. Jack LaMotta no peleó con Rocky Graziano, Rocky Marciano no peleó con Floyd Patterson, George Foreman no peleó con Earnie Shavers, Riddick Bowe no peleó con Lennox Lewis, Mike Tyson no peleó con David Tua y el propio Leonard no peleó con Aaron Pryor.

¿Cómo? ¿cómo? ¡¿cómo?! los buenos aficionados vamos a digerir tanta iniquidad si de sólo pensar que esto no lo vimos nos provoca la desolación de un amor no correspondido.

Imagínense ustedes la historia del boxeo si Dempsey y Tunney o Leonard y Hearns no hubieran peleado. O Chàvez y Camacho.

Hubo intentos por hacer la pelea entre Mayweather y Pacquiao, pero no se llegó a acuerdos por el reparto del dinero, por los exámenes antidoping especiales que solicitó Floyd Mayweather y ahora, en semanas recientes, porque los socios de Floyd, Golden Boy Promotions, le piden a Manny Pacquiao que para montar el pleito deje a su promotor Bob Arum.

El filipino sabe que un gran campeón no acepta condiciones especiales, y mucho menos absurdas (los exámenes fuera de los que se hacen después de cada pelea son especiales, y que deje a Arum es absurdo) entre otras cosas porque cuando se negocia se está peleando el round cero de la pelea, que es tan importante como los otros doce, o más.

Se puede negociar y ceder en la marca de los guantes, en el tamaño del ring, en el acolchado, en la hora del pesaje y otros veinte ingredientes de lo que se disputa. Una buena negociación entre las partes es aquella en que se reparte a mitades lo que está en juego. Pero todo buen administrador de un gran campeón sabe desde siempre que cualquier demanda no acostumbrada en el negocio debe ser rechazada sin consideraciones.

De lo anterior se desprende que Mayweather ha puesto más obstáculos que Pacquiao.

Estos son días de negociaciones de las próximas peleas de los dos, que seguramente no será una entre ellos. Pueden pelear antes Floyd con el Chino Maidana, por ejemplo, o Manny con Tim Bradley o Ruslan Provodnikov, pero la posibilidad de que contiendan después, permanece.

La reciente victoria de Marcos Maidana sobre Adrien Broner fue una bomba que estalló en el boxeo y puso al argentino en la trinchera como una buena propuesta para ver si puede hacer lo que muchos creen que no puede hacer nadie: ganarle a Mayweather. La inopinada victoria sobre Broner le da al Chino por lo menos un voto de confianza.

En cuanto a Pacquiao, es posible que de un momento a otro conozcamos quién será su rival en abril. El ruso Provodnikov hizo algo parecido a lo que hizo Maidana, es decir, puso la nota dejando en claro en sus últimas peleas (contra Bradley y contra Alvarado), que es elegible y atractivo para cualquier pelea grande. Si es Tim Bradley, sabemos desde que Edmundo Dantès salió de las mazmorras, que la venganza es una pasión siempre viva y a veces irrenunciable para los seres humanos. Tiene siempre el poder de llamar la atención y más en la que busca Manny que fue atracado vilmente en la primera pelea.

Mayweather se ha empeñado en hacernos creer que Pacquiao lo necesita, y yo creo que se necesitan ambos. Floyd porque no ha combatido todavía en el rigor de una guerra del ring, como lo han hecho todos los grandes, y si no lo hace se va a quedar rezagado en el escalafón de los mejores de todos los tiempos, mucho más atrás del sitio al que puede aspirar. Manny, porque aun habiéndole puesto su nombre a una época, habiendo pasado por guerras y exámenes suficientes para la excelencia, no puede prescindir del detalle de que en su época, que no ha concluido, también existe Floyd, y no han peleado