29 de diciembre de 2013

Nacía Jess Willard hace 132 años

El 29 de diciembre de 1881, hace 132 años, nacía Jess Willard. Se trata de entre todos los campeones mundiales que han sido --él lo fue en peso completo--, el que debutó como profesional a mayor edad, 29 años, 2 meses y 5 días.

'El gigante de Pottawatomie', como se lo llamó (por su ciudad natal, en Kansas), llegó a campeón del mundo de modo extraño. El 5 de abril de 1915 derrotó a Jack Johnson en el Oriental Park de La Habana, a mediodía y en un clima sofocante. Jack cayó en el round 26 y en la lona esperó el 'out' del réferi Jack Welsh. Tal vez Johnson se dejó ganar. Los historiadores jamás se pondrán de acuerdo y además nadie puede olvidar la famosa fotografía (está en el libro EL BOXEO EN NÚMEROS) en la que Johnson 'está noqueado' pero se cubre la cara con el antebrazo derecho presumiblemente porque le molestaba el sol. Johnson estaba en el exilio, tenía serios problemas con el gobierno de su país, y se dice que habría negociado el regreso aceptando que tenía que perder la pelea. ¿Por qué? Porque necesitaban que dejara de ser tan popular. Todo lo que hacía al gobierno le molestaba, mientras la gente más y más lo aclamaba.

El paso de Willard por el campeonato fue fugaz. Un año después hizo la única defensa exitosa al ganarle a Frank Morán en pelea titular a 10 rounds en el debut de Tex Rickard como promotor en el Madison Square Garden. Jess obtuvo una bolsa de 47,500 dólares y ganó casi todos los rounds según la crónica que leí en el Washington Post.

Tras un largo retiro de más de 3 años enfrentó a Jack Dempsey el 4 de julio de 1919 en la famosa batalla de Toledo, Ohio. Dempsey literalmente lo hizo pedazos, tirándolo 7 veces en el primer round. Un cronista escribió que pensó que a Willard lo iban a matar.

A continuación pego para ustedes el video de tan famosa pelea de hace más de 94 años, que tiene una calidad sorprendente, y que considero que ningún buen aficionado debe desconocer.

Willard volvió a pelear en 1923, sólo para comprobar que mejor se hubiera quedado en casa porque el argentino Luis Ángel Firpo lo volvió a castigar duramente noqueándolo en 8. Tenía 41 años. Entonces sí aceptó retirarse. Murió en 1968, en diciembre, cuando estaba por cumplir 87 años.

28 de diciembre de 2013

¿Qué les parece esta foto?

1 de septiembre de 1906. El danés Battling Nelson llega a Goldfield, Nevada, para pelear con Joe Gans por el título mundial de peso ligero y lo recibe una multitud enloquecida.

Combatieron el día 3, y se impuso Gans después de 42 rounds. Nelson (récord de 40-10-13) fue descalificado por aplicar un brutal golpe en los testículos a Joe. Gans ganó una bolsa de 11,000 dólares y Nelson 22,500. La taquilla fue de 90,000 dólares. Kermit, hijo del presidente de EEUU Teddy Roosvelt, estuvo presente.

Gans fue uno de los 4 grandes campeones mundiales de peso ligero, con Roberto Durán, Benny Leonard y Tony Canzoneri.

27 de diciembre de 2013

El peor amigo del perro

Los animales y la naturaleza son poca cosa para el hombre cuando el hombre es poca cosa.

Querer y respetar la vida es un privilegio de personas educadas, porque labrar el amor requiere esfuerzo e inteligencia.

Los amantes de los perros, los que estamos persuadidos de que los animales tienen derechos, nos debatimos en un mar de aguas encrespadas por vencer la indiferencia y la crueldad, patrones sempiternos del trato que el hombre les provee.

Promovemos la esterilización como el único medio incruento y aséptico de control de la población canina en las ciudades porque sabemos que casi todos los perros que nacen en el mundo vienen a padecer un insondable sufrimiento.

Al mismo tiempo reprobamos la industria de las tiendas de mascotas que venden animales, porque crean relaciones no amorosas que se dan cuando la compra del animal es por un divertimento pasajero. El niño, por ejemplo, que compra un perrito como se compra un juguete de plástico, y que después, cuando el animal crece o la familia sale de vacaciones, lo deja abandonado porque ya no lo divierte o porque no puede cuidarlo. El que hace un comercio de vender animales, si vende diez perros reproduce diez perros, si vende cien perros reproduce cien perros.

Los perros que pueden adoptarse en los albergues tienen una sola diferencia con los perros de las tiendas de mascotas, y es que están sucios. Se bañan y ya está. Son tan maravillosos amigos y tan cariñosos como el que trae un estúpido certificado que pretende avalar su abolengo.

La grandeza de un hombre –la de usted o la mía, si acaso podemos aspirar a alguna- está en ser bondadoso pudiendo ser malo, porque ser bueno cuando se está acorralado o no se tiene posibilidad de escoger, no tiene mérito. Ser piadoso con los seres física o intelectualmente inferiores es un imperativo moral para el superior, si no, no es superior. Es, al contrario, un esperpento de arrogancia que pone a su especie, porque sí, por encima de las demás que habitan el planeta.

Es ilógico e inmoral, es vergonzoso para nuestra especie que siendo el perro el mejor amigo del hombre, sea el hombre el peor amigo del perro.
La mayoría de los hombres torturan por crueldad, por indiferencia, por ignorancia, por estupidez o por sádico placer a casi todos los perros del mundo. Ninguna de estas actitudes son adornos para quienes las ejercen. Suelen decir “al fin y al cabo es sólo un animal”, expresión irreflexiva y rastrera con la que descartan sin ver las cualidades del “sólo un animal”, y les niegan derechos.

En estos tiempos difíciles para la bondad y para el optimismo, tiempos de corazones avariciosos y espíritus devastados, suelen decirme que es pueril hablar de perros que sufren.

“¿Por qué te preocupa el bienestar de los perros si hay tantos niños hambrientos?”, es algo que escucho y escuchamos todos los defensores de animales, cada día.

Se pretende que son dos problemas diferentes, uno los niños, otro los perros. Yo creo que es un solo problema que se reduce a la crisis del hombre y de los tiempos que vivimos. El planeta da alimento para el niño y para el perro, pero no lo lleva a sus bocas. Son sus padres y sus amos, sus gobernantes y sus pastores, sus líderes y sus ilusionistas los que hacen mal reparto de los bienes y de la justicia.

No sólo los perros y los niños necesitan ayuda y amor. Hay ancianos, seres hambrientos, individuos enfermos, hombres tristes, solitarios, encarcelados o adictos a las drogas que mendigan su cuota de solidaridad. Y no es quitarle alimento a los perros para darle a otros desamparados la solución milagrosa para todos los males. Nada se va a solucionar en el mundo del egoísmo y la perversidad mientras la conciencia de la humanidad no camine hacia otros rumbos.

Nunca vi a un perro deambulando por las calles buscando a quién morder, nunca vi a un león trasladándose desde la selva a quitarle la vida a un ser humano de la ciudad, o a un toro buscando la plaza y a un sujeto vestido “de luces” para embestirlo. Es el hombre el que apalea al perro, lo amarra con cadenas, lo aísla y le niega el agua, y después le dice “perro asesino” cuando el animal reacciona defendiéndose.

La insobornable fidelidad del perro, que no conoce el más fiel de los hombres, paga demasiado caro el mendrugo de amor que a veces recibe.

Los perros aúllan su pena eterna, mientras los hombres torpes hacen eterna la pena de vivir en la oscuridad. Pareciera que se levantan cada mañana a buscar bienes, bienestar, recursos, pero todo lo estropean. Han cambiado el amor por el dinero y el buen nombre por el éxito. No respetan al río, al árbol, al perro, al vecino, al amigo, y alguna que otra vez dicen que no comprenden por qué no hay justicia, por qué no hay paz.

Desdichados perros. Desdichada humanidad.

19 de diciembre de 2013

Agonizar en Navidad y morir en Año Nuevo

Hace más de 91 años Billy Miske peleó con Jack Dempsey y recibió la paliza de su vida, en 1920, en Michigan.
¿Quién era Billy Miske y por qué viene al caso rememorarlo hoy? ¡Tantos años han pasado! ¡Asunto tan inveterado!

Les voy a contar una historia conmovedora alrededor de uno que fue conocido entre los más valientes y osados que se hayan parado dentro de un ring.

Billy Miske, “el trueno de Saint Paul”, había nacido en esa ciudad de Minesota el 12 de abril de 1894, y había debutado como profesional en 1913. A lo largo de once años hizo una buena carrera como boxeador con 58 peleas, sólo tres de las cuales fueron derrotas. Empezó como peso medio y terminó como peso completo de poco tamaño físico. Fue un “underappreciated”, como se les dice en inglés a los subestimados, a los que valen más que el reconocimiento que han recibido.

Sus años fueron los años más duros del boxeo, cuando se peleaba sin descanso y las mismas peleas eran el entrenamiento. En 1917 y 1918 Miske hizo 29 peleas ¡29 en dos años!, que es asombroso hoy que algunos no hacen 29 peleas en toda su carrera. Dos de esas peleas fueron con Harry Greb, “el Molino de Pittsburg”, uno de los más endemoniados y crueles rivales que podía tener cualquiera. Esos combates se recuerdan como más duros que vivir en el infierno, y de posible ejecución sólo porque los protagonistas eran dos hombres arriesgados hasta la insensatez.

En plena y exitosa carrera Miske enfermó gravemente de los riñones, con diagnóstico de la enfermedad de Bright, lo que para la medicina de estos días es una nefritis degenerativa, no obstante lo cual siguió peleando, ocultando hasta donde pudo sus padecimientos a su familia. Él era el sostén de su hogar y el dinero necesario sólo podía venir del boxeo.

Después de Dempsey, de esa derrota con quien fue posiblemente el mejor peso completo de la historia, Miske ya enfermo decidió ignorar la dolencia que iba a matarlo. Hizo veintitrés peleas en tres años y sólo perdió una. A finales de 1923 su situación era crítica cuando programó una pelea con Billy Brennan. Los médicos dijeron “no puede pelear, debe estar hospitalizado porque se está muriendo”, pero Billy consiguió que los comisionados de Omaha, Nebraska, le concedieran una dispensa para combatir porque –dijo— “quiero darle a mi mujer y a mis hijos una navidad como Dios manda”.

Peleó el 7 de noviembre y ganó la pelea noqueando a Billy Brennan en el cuarto round. En el tercero lo sacó del ring con una seguidilla de golpes. Ganó la pelea y perdió la vida. Miske no tenía más riñones, y sin riñones no se puede vivir. Cincuenta y cuatro días más tarde, en los primeros minutos del 1 de enero de 1925, cuando repicaban las campanas anunciando el Año Nuevo, Billy Miske moría a los 29 años de edad.

Nadie lo recuerda, nadie se rinde ya en homenaje a este guerrero apoteósico y ejemplar. ¡Murió por los que amaba! ¡Les regaló aquella Navidad!

Están los hombres que no cambian nunca nada, y están los que modifican el mundo con cada acción. Los seres pequeños sólo tienen ganas. Los grandes hombres tienen voluntad. Estoy seguro que usted entiende la diferencia.

17 de diciembre de 2013

Hace 61 años

El comisionado de boxeo de Nueva York se llamaba Bob Christenberry, y por fin se puso serio cansado de que los campeones se mofaran de todos exponiendo sus títulos ante rivales mediocres. Obligó al titular de los semicompletos, Joey Maxim, a arriesgar la corona ante un desafiante verdadero.

El aspirante se llamaba Archibald Lee Wright y hacía 16 años que combatía profesionalmente como Archie Moore, sin conseguir la oportunidad que merecía.

Pelearon el 17 de diciembre de 1952.

Maxim pagó la factura, siendo golpeado inmisericordemente por Moore, en Saint Louis, de modo que los jurados se vieron obligados a reconocer el triunfo del nuevo campeón. Un cronista explicó: “Así nunca nadie le pegó a nadie”.

Moore, que tenía 36 años y había sido durante 10 el aspirante más calificado sin recibir la oportunidad, ganó 800 dólares. Maxim ganó 100,000. En su pelea 108 como profesional, Archie Moore se convertía, por fin, en el rey. Campeón mundial, no campeón interino como les llaman ahora a los muchachos, humillándolos.

Hubo alguien que no perdió en aquella pelea de la que les conté: Jack Kearns, apoderado de Maxim. Se convertía en manager de Archie Moore, porque había condicionado firmarlo para que hubiera pelea. Ya entonces eran listos estos señores, como ustedes pueden ver.

15 de diciembre de 2013

Emocionante final de Campeón Azteca

Ramsés Agatón y el Muñeco Uribe tuvieron a la gente instalada en una locura rayana con el paroxismo. Derrocharon emociones en diez rounds terribles en la final de Campeón Azteca en la Ciudad de México.

La pelea es para el recuerdo, contrastando con la insufrible presentación que hace pocos días hicieron Guillermo Rigondeaux y Joseph Agbeko cuando tuvieron la mala idea de enfrentarse, lo que hago notar porque hay un sector del público que sólo ve peleas de grandes nombres, como si a la cita hebdomadaria hubiera que desecharla cuando los que convocan no se llaman Juan Manuel Márquez o Manny Pacquiao.

Rigondeaux es un boxeador que se disfruta y se padece al mismo tiempo, por esa rara coincidencia en él que es un tipo que lo tiene todo y no da nada. A veces sentimos ganas de aplaudirlo y otras veces de mandarlo al demonio. ‘El Faraón’ y ‘el Muñeco’, al revés, sólo se disfrutan. Son conmovedoramente simples, incapaces de egoísmos o especulaciones.

Fue empate la Agatón-Uribe, cosa que a mí nunca me ha gustado, que una pelea titular termine en tablas después de que combatieron bárbaramente equis número de rounds, en este caso diez. Nunca me han podido explicar las autoridades del boxeo por qué se oponen a que un round, de tres minutos, termine empatado (recomiendan ‘fuertemente’ (sic) a los jueces no dar rounds empatados) pero no se sonrojan facilitando que haya empates en el total de las peleas.

Mi prédica desde hace muchos años, a la que nadie ha hecho caso, es que en peleas titulares con puntuación de empate al final, se pida a los tres jueces un voto de calidad, es decir que declaren un ganador. O el otro camino es borrar del mapa la inconveniencia de peleas programadas a número par de rounds. Que en lugar de 12 tengan 13 u 11, que en lugar de 10 tengan 9 u 11. Tan sencillo, pero en el boxeo se cambia para mal todos los días, para bien toma muchos años.

Lo del voto de calidad tiene toda la lógica del mundo, ya que en la pelea de anoche, por ejemplo, yo no tuve duda en calificar cada round para uno de los dos, estableciendo un ganador, pero al final sucedió algo que sucede con frecuencia en las peleas parejas: se repartieron cinco rounds cada uno. ¡Qué hacerle, si el reglamento no se puede torcer!

El lado bueno del resultado empate es que volveremos a ver tan magnífica pelea, y en una segunda exhibición estos dos harán lo mismo o más, porque ya entrados en gastos no se van a bajar del entusiasmo. Campeón Azteca demostró una vez más que funciona bien como un poderoso estímulo para los peleadores. En cada presentación durante el torneo los combatientes fueron aumentando su rendimiento, y en la final lo multiplicaron.

Ramsés Agatón, el famoso ‘Faraón’, y Luis Fernando Uribe, ‘el Muñeco’, tienen estilos diferentes, pero coinciden en que son generosos, y los dos garantizan el espectáculo. El uno está cargado de recursos y boxea, en tanto el otro esconde sus limitaciones a puro corazón. Para colmo, Uribe no pega, lo que suplió en muchos rounds con un ataque pertinaz que enrareció el aire delante de Agatón. ‘El Faraón’ necesitaba espacios para esas bondades suyas y los recursos que le sobran, pero no los tuvo siempre (a los espacios), porque ‘el Muñeco’ era insistente y molesto, estorboso hasta la obsesión, con tanta voluntad que lograba abrirse paso a la antesala del rostro del que había subido favorito. Agatón lo quería lejos, ‘el Muñeco’ estaba aquí, delante de la barbilla, donde se ve el aliento cuando hace frío y donde el rictus de rabia de cada uno los hace presa en las decisiones porque desnuda quién puede y quien no puede. No se miente cuando los ojos están a seis centímetros de los ojos de enfrente.

Repartieron esfuerzos y rounds, y la pelea que fue de estrategias de principio a fin, fue también de resistencia física y de temperamentos. Es difícil que estos dos mundos vayan unidos. Cuando se cae en la lucha de quién aguanta más, lo habitual es que las estrategias se dejen de lado y el cerebro emocional prevalezca sobre el neocortical que es el intelectual. Anoche pelearon bárbaramente, y lo hicieron siempre bien.

Con estos antecedentes es difícil imaginar a uno de ellos subiendo con ventajas a una próxima pelea, porque otra vez todo volverá a contar. ¿Se podrán entrenar algo mejor? ¿Podrán desarrollar algún recurso nuevo? Minucias, poca cosa, no vale la pena detenerse en esto. Tendrá que ver mucho más lo intangible, los arrestos de cada uno en ese momento, lo que el músculo pueda dar en calidad de extra, la suerte y la voluntad del dios al que se encomienden, la grandeza o la pequeñez del alma que un día puede hacernos entregar más que otro día y nunca sabemos cómo o por qué.

La próxima pelea, como la de anoche, será colosal.

6 de diciembre de 2013

Perdió el campeón

Me habla Joe Koizumi desde Tokio, y me cuenta que es toda una controversia en Japón la derrota de Daiki Kameda el pasado martes, pese a la cual conservó el título supermosca de la FIB.

Su pelea con el venezolano Liborio Solís (16-3-1, 7 ko) era por la corona, pero éste no dio el peso. Marcó 117.5 libras en lugar de las 115 requeridas. Le ofrecieron las dos horas de reglamento para bajar pero dijo “no, gracias” y a continuación bebió siete botellas de agua y Coca Cola porque estaba al borde del colapso.

Pelearon, pero como lo indican las reglas Solís ya no podía campeonar. Ganó Liborio por decisión dividida y, según Koizumi, el público japonés “¡y algunos expertos!” ---dice Joe escandalizado--- no entienden por qué perdiendo sigue siendo campeón.

“Porque el título se gana y se pierde dentro de la división”, le explico, algo que él ya sabe.

Curioso que no se entienda. Siempre ha sido así y está bien que así sea. Responde a un razonamiento lógico, y Japón es un país boxístico.

1 de diciembre de 2013

Para qué sirve esta victoria del Maromerito

Los comentaristas de otros tiempos no se enteraban con tanta precisión de qué efecto provocaban sus opiniones.

Pero estos son tiempos de redes sociales.

En plena transmisión de anoche recibí dos tuits consecutivos, entre muchos. El primero de Acapulco y dice “gracias don Lama, son los mejores, box azteca es puro entusiasmo, conocimientos, me divierte mucho Chávez y los respeto a todos”. El siguiente dice “usted es un descarado que miente y que no dice qué rival le pusieron al Páez, un costal asqueroso”.

Es cierto que nos divertimos mucho en el Team Azteca porque amamos lo que hacemos y ver boxeo resulta una fiesta compartida que disfrutamos cada semana, con lo que quizá las dos afirmaciones que leí en esos mensajes tengan bastante de cierto, porque el oponente de Páez, efectivamente, fue un desastre. A veces hay peleas que salen malas y con nuestro trabajo las maquillamos para encontrar ángulos, resquicios, razonamientos que nos salven del aburrimiento.

El televidente enojado, sin embargo, me exigía hacerme cargo de su enojo y decir lo que él quería escuchar. Olvidaba el señor que hace muchas semanas no tenemos una sola transmisión siquiera regular en Box Azteca porque todas han sido de maravillosas para arriba, y olvidaba el señor que no se puede evitar que alguna vez el producto resulte mediocre, como pasa en el futbol o en cualquier actividad humana creativa. Jack Johnson fue uno de los peleadores más grandes de la historia y cierta vez en La Habana lo bajaron del ring, transcurridos 12 rounds, por no pelear. Nadie está a salvo del ridículo por lo que si se presenta no hay que sorprenderse demasiado.

Nada en este mundo es más fácil de entender, nos sentamos frente al televisor a ver boxeo y lo que ofrece el menú del día puede resultar en un abanico de posibilidades, en un extremo está el que todo sea muy bueno, pero en el otro está lo contrario. Sabemos bien los que comentamos que digamos lo que digamos no vamos a satisfacer a todos. A veces no nos va tan mal, pero no nos salvaremos nunca, eso no, de ese televidente que espera que algo no le guste para gritar fraude y ver monstruos de corrupción en nosotros, en la promoción y en la empresa televisiva.

No fue el caso de anoche, uno en que hubiera tanto para reclamar, nos entretuvieron Páez e Iván Hernández, que aun en una pelea desafortunada porque el colombiano la ensució pronto cuando se le complicaron las cosas, no sucedió nada para que nos llamemos estafados.

El boxeo colombiano no ha exhibido en tiempos recientes boxeadores que nos sorprendan demasiado. Hay una llamativa estandarización de la mediocridad. Todos los que han venido e Iván Hernández, que vino ayer, son iguales. Un rutinario cambio de nombres en cada ocasión, para producir lo mismo.
Hay que dar un paso entonces y preguntarnos qué es, cuánto vale y a dónde va este Jorge Páez que desde que le ganó dos veces a Omar Chávez se ha puesto en el escaparate y es un activo visible en el boxeo mexicano.

Por mi parte lo he ponderado mucho, porque me gusta su boxeo y su escenificación dramática en cada pelea. Parece que trae poco y ofrece mucho, logra ser espectacular y es fuerte y sin fisuras porque en todas las peleas recibe castigo sin hesitar.

Hace un tiempo que nos promete una pelea titular para pronto y es notorio que la hora de la verdad para él se acerca.

Pero atención, señores, y atención Jorge Páez, que si va a buscar un título en las 140 libras (63 kilos y medio), tendrá que contender con Danny García, con Lamon Peterson o con Ruslan Provodnikov, y yo sin rodeos les digo que no lo veo peleando en la élite entre otras cosas porque 140 libras él no las da hace seis años. Y porque a todos sus compromisos se ha presentado gordo, como anoche, y porque los rivales que ha tenido, llámense Iván Hernádez, o antes Rodolfo Quintanilla, o Edinson García, o Francisco Fuentes, o Charlie Navarro, u Octavio Castro, u Omar Chávez, no son Provodnikov.

Jorge ha tenido la fortuna de haber salido aplaudido de todas sus peleas, porque un poco gordo y un mucho sin cintura, lo hace bien sobre el ring, y ese mérito se le reconoce. Pero cuando el que esté enfrente en lugar de Rodrigo Juárez sea Danny García, notará la diferencia, y lo pagará con una derrota.

Es preocupante reconocerlo, porque a Páez no le quito méritos en lo boxístico. Es un tipo que tiene todo lo que tiene que tener para mezclarse con los mejores, pero le gusta comer demasiado, como a mí, y entonces subordina sus aptitudes boxísticas a sus limitaciones atléticas.

En mi libro EL BOXEO EN NÚMEROS digo que antes los boxeadores eran boxeadores, ahora son boxeadores y atletas.

No voy a insistir que “ahora tiene que trabajar y demostrar en la próxima pelea”, porque eso lo dije hace muchos meses y muchas peleas, y no lo ha hecho.

En estas condiciones las cosas están claras. Páez puede ser alguien de éxito y renombre en este deporte, pero no se ha metido (¿todavía?) a la preparación de alta competencia con la que se conquistan espacios en la cumbre. La inmortalidad para él aún está muy lejos. Lo hizo bien contra Iván Hernández, pero no nos muestra que pueda volar al cielo.

Ahhh… por último, se dice que pelearía en marzo contra Erik Morales. Será una buena pelea, la mar de interesante, por las condiciones de los dos. Morales fue una leyenda, que está en el ocaso, con lo que se nivela con Jorge que erráticamente busca caminos.

Como ustedes pueden ver, la pelea de anoche y lo por venir, nos dejan más preguntas que respuestas.