25 de enero de 2015

El zurdo Ramírez, ¿bien o mal? Un poco bien, un poco mal

Pocas de las nuevas figuras del boxeo mexicano tienen tanto potencial como el zurdo Gilberto Ramírez, que asumió ayer una dura prueba peleando con el ruso Maxim Vlasov, al que derrotó por puntos.

Hoy domingo debe hacer dos cosas: festejar y preocuparse. Festejar porque la victoria vale mucho en plata y en tiempo invertido. En transpiración y en dolor, digamos. Le permite continuar una carrera que con 31 triunfos no muestra fisuras en resultados conseguidos y le hace guiños de éxito y fortuna en un horizonte cada vez más cercano. Preocuparse, porque nunca antes habían quedado al descubierto tantas claudicaciones en su accionar.

El Zurdo que conocíamos era el que desolaba el terreno y lo hacía campo yermo frente a sí, desapareciendo del ring a sus rivales, a Junior Talipeau, a Don Mouton, a Juan Monterrosa, a Giovanni Lorenzo. Era el de una oposición ayudadora que le generaba confianza y le facilitaba el camino. Cuando un boxeador le pega a uno, a cinco, a diez rivales y todos se caen con facilidad puede llegar a creerse Supermán y convencerse de que nadie que se le pare enfrente tendrá un destino diferente.

Es desde este mirador saludable que haya llegado un compromiso mayor y lo haya hecho esforzarse. El ruso Vlasov apenas ganó dos rounds en mi opinión, y tres en la de dos de los jueces de la pelea. No hay polémica acerca de la legitimidad de la victoria del sinaloense, sino inquietud por una incapacidad primigenia para defenderse en un hombre que debe prepararse para alejar los golpes enemigos y, en cambio, los atrae.

¿Qué tan grave es lo que sucedió con su desempeño anoche?

No muy grave, excepto que él o sus manejadores creyeran que está para pelear títulos mundiales. Hay poca oposición y escasos peleadores en su peso y alrededores, como lo confirma el hecho de que el CMB lo ubique número 2 del mundo en su lista de los supermedianos.

Si eso del ranking en número 2 está bien o está mal no es el tema de este comentario, pero sí lo es que no haya muchos mejores aspirantes a la vista cuando él es poco menos que un principiante. En 31 peleas tiene un promedio de 3 rounds peleados por pelea, y por primera vez anoche vio oposición de riesgo.

Parece un destino fatal el de los boxeadores mexicanos que aprenden a atacar y no aprenden a defenderse, salvo excepciones. A Gilberto Ramírez en su carrera fácil y cuidada, hasta ahora, no le habían pegado casi nada, y anoche le pegaron mucho. Hay una falla mecánica en su accionar, consistente en que pelea con las manos, y olvida ayudarse con las piernas. Parado en el centro del ring queda a merced de lo que le tiran de enfrente porque es inhábil para moverse hacia atrás.

La defensa de un boxeador se ejerce con las piernas, con la cintura, con el cuello, y con los bloqueos de manos y de brazos. Floyd Mayweather revivió el recurso olvidado de pelear muy perfilado y con el hombro por delante. El Zurdo Ramírez en esta materia está aplazado, y esto explica por qué es preocupante el balance que deja lo de anoche. Si no le enseñan a defenderse, el futuro se achica.

Desde que Gene Tunney le ganó a Jack Dempsey, las dos veces que pelearon, en 1926 y 1927, los maestros más eminentes del boxeo explicaron por años que aprender a defenderse es más fácil que aprender a atacar, que el que ataca se cansa diez veces más que el que se protege, y otras consideraciones, pero esos maestros no eran mexicanos, claro. Aquí las cosas se hacen de otra manera. "Yo no sé por qué estos cabrones no se defienden. Yo les enseño, pero no aprenden", dijo Nacho Beristáin sobre esta condición peculiar de nuestros peleadores.

En la transmisión de ayer rozamos la comparación de las habilidades de Ramírez con las de Julio César Chávez Jr., un tema que me hubiera gustado desarrollar un poco más, por el interés que despierta en los aficionados. ¿Quién es mejor de estos dos? En lo que a mí respecta Chávez me parece hoy más que Ramírez. Un Chávez en buenas condiciones, se entiende, sin tomarse ningún tecito como el que tomó antes de pelear con Maravilla Martínez y le hizo perder la pelea, le gana a este Ramírez. Ahora, que el Zurdo puede mejorar y llegar mucho más lejos, es también cierto y depende de él.

Que Maxim Vlasov lo haya exhibido en sus debilidades no debe crear desesperación en su equipo. Es motivo de reflexión y acción. A los 23 años de edad, que ya quisiéramos muchos, hay tiempo para todo en esta vida.

En estos días, particularmente, oí varios comentarios asociando los nombres de los nuevos peleadores que van bien y son promesas sólidas de futuro, Óscar Valdez, Chon Zepeda, el Zurdo Ramírez, a campeonatos del mundo. Vayamos paso a paso. Ir demasiado aprisa impide consolidar los objetivos parciales que son los cimientos del éxito total.