4 de febrero de 2020

Óscar De La Hoya es mexicano

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La nacionalidad es para los seres humanos una condición de identidad que reúne, agrupa, fortalece y dignifica a ciudadanos que tienen asuntos en común, generalmente el haber nacido en un territorio determinado. Se adquiere de varias formas, dos de ellas son el nacimiento y la naturalización.

Oscar de la Hoya se naturalizó mexicano el 11 de diciembre de 2002 en una ceremonia en el Consulado Mexicano de Los Angeles, en la que estuvo acompañado de su esposa Millie Corretjier y recibió la matrícula consular número 200,000 que lo acredita como nuestro connacional. La ley pone algunas restricciones a los no nacidos en territorio nacional, pero no dice que unos mexicanos son de primera y otros son de segunda.

La inclusión de Oscar de la Hoya en la lista de los mejores boxeadores mexicanos de todos los tiempos desató preguntas, aprobación, dudas, quejas y en algunos casos, pocos, indignación.

Cuando pregunté a algunas personas por qué se resisten a aceptar a De la Hoya como mexicano genuino me contestaron que porque no vivió nunca en México.

Recuerdo a Oscar subiendo siempre al ring, desde que era amateur, con la bandera mexicana, y no me parece que lo hubiera hecho con intenciones aviesas entonces, cuando su gran futuro era aún incierto y lejano. Recuerdo también que el comité olímpico de los Estados Unidos lo amenazó por no desentenderse de la enseña tricolor, y Oscar no hizo caso.

César Vallejo es la figura cumbre de la literatura peruana, y prácticamente no vivió en Perú. Nadie le niega su peruanidad.

"Hay golpes en la vida tan fuertes...

Yo no sé...

Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo...", decía el peruano maravilloso, ¿se acuerdan?

En contraste, a Gabriel García Márquez son muchos los colombianos que le reprocharon severamente que haya dejado su tierra por décadas. Pero nadie se atrevió a decir que no era colombiano.

Somos peculiares los hombres para manejar nuestros afectos, nuestros amores, la aceptación de los demás.

México es un país en el que no he notado, nunca, ni una triza de xenofobia, por lo que la actitud de los que aceptan a Oscar de la Hoya como nacional, me parece correcta y buena.

Imagínense si a Mantequilla Nápoles o a Ultiminio Ramos no los hubiéramos aceptado como mexicanos. En la historia del boxeo cubano no están. Si en la de aquí tampoco... habría que concluir que no existieron.

"Quien considera que los buenos extranjeros no son extranjeros en su patria, engrandece su nación hasta igualarla al mundo", escribió el uruguayo Constancio Vigil.

Tomémoslo en cuenta.