5 de mayo de 2016

Canelo: ¿pelea fácil?

Roberto Durán, que nació para peso ligero, subió a los 72 kilos y le dio la madre de las batallas a Marvin Hagler que era un mediano natural. Hagler era extraordinario, y Durán era Durán.

Nunca olvidaré esa pelea colosal que vi desde lo que llamamos el 'apron', es decir tocando con mis manos la lona donde peleaban. Christadoulou, el sudafricano, que era el réferi, en algún momento me pidió que me hiciera para atrás.

No sé si viviré ya muchas emociones como aquella, bárbara, ciclópea, abonada por mi juventud. Al final del round 12 Durán iba ganando, pero no le alcanzó el esfuerzo para mantener la ventaja hasta el final. Peleaban a 15.

El asunto del peso en el boxeo es importante, pero se ha hecho a un lado demasiadas veces, para enfrentar a uno chico talentoso con uno grande, más o menos hábil para la reyerta.

La pelea del sábado entre Canelo Álvarez y Amir Khan ha despertado todos los fantasmas de la polémica, no diré que como nunca, diré que como siempre.

Ni Khan es Durán, ni Canelo es Hagler. Canelo ha madurado, y a los 25 años de edad está en el punto alto de la curva de su vida como boxeador. Amado por las multitudes, desde hace 25 años, desde Chávez, no hay un boxeador mexicano capaz de mover con la fidelidad de las ratas al flautista de Hamelin, a tantos seguidores.

Álvarez tiene, no obstante, tarea pendiente como boxeador profesional, pues es señalado y reclamado por no pelear nunca sino con tipos más chicos. En sus últimas veinticinco peleas sólo uno de sus enemigos pesaba algo más que él, el argentino Carlos Baldomir, que a sus 40 años era un combatiente gordo y vencido mucho antes de coincidir en el ring con el rojo peleador de Guadalajara.

Para muchos la pelea del sábado es un asesinato, pero aun admitiendo la ventaja que en el peso tiene el nuestro, no es seguro que vayamos a ver algún cadáver.

Me acordé de la anécdota preciosa de aquél entrenador que le preguntó a otro cómo veía la pelea que sostendría uno de sus pupilos. El interlocutor le espetó: "Si la pelea es al aire libre el tuyo tiene más posibilidades" '-¿Por qué, por qué?' inquirió extrañado nuestro personaje, a lo que le respondieron: "-Porque si al otro lo parte un rayo el tuyo gana por abandono".

Danny García le pegó muchas a veces a Amir Khan, cuando pelearon en julio de 2012, y cada vez que le pegaba lo sacudía, con 15 kilos menos que los que va a tener el Canelo a la hora de la pelea. Si este es el presupuesto del que partimos, Khan le estará pegando a una pared, cuidándose de que no le peguen por la misma razón de la diferencia de pesos que le va a hacer la pelea un calvario.

Pero no siempre en las peleas sucede lo imaginado. Stanley Ketchel le dio 16 kilos de ventaja a Jack Johnson y aun así logró depositarlo en la lona, hazaña descomunal aunque después haya perdido la pelea.

Otra vez, Ketchel era Ketchel y otro como él no ha nacido todavía.

Algún día Canelo peleará con alguien más grande que él, en el mismo o parecido nivel de calidad, para acallar los señalamientos apuntados.

Canelo tiene 48 peleas y no ha pasado por una sola guerra, condición esencial para que alguien aspire a pertenecer a la historia. Guerras como la de Margarito con Pacquiao, como las de Pacquiao con Márquez, como las de Julio César Chávez con Meldrick Taylor o el Azabache.

Su guerra no será este sábado, por supuesto. Con Amir Khan será un duelo de inteligencias porque se trata de dos estilos diferentes que no van a trenzarse en un palo a palo ni por error. Uno no querrá hacerlo y el otro no podría.

Canelo es un buen peleador, aunque no sea un inmortal, y hay que ponerlo en el contexto al que pertenece. No le reclamemos lo que no tiene ni tendrá, ponderemos lo que es suyo: es fuerte, es valiente, pega y exhibe siempre una condición física irreprochable. Contamos con eso en el mexicano para lo que viene y para lo que vendrá. Lo demás lo dirán la suerte y el tiempo.

En tanto el escalón al que pertenecerá Canelo se decante con el tiempo, cada vez que pelea hay un revuelo de opiniones que no coinciden, al revés de cuando las peleas de Juan Manuel Márquez, por ejemplo, que unifican el amor de todos por el que está en el ring.

El sábado se repetirá el escenario. Para algunos Canelo será el inflado de la televisión, un invento, un payaso y cosas peores. Los cronistas seremos los mentirosos, paleros, cómplices y cobardes. Para otros será el Canelito que enamora a millones de fanáticos y se ha convertido en el mayor vendedor del boxeo en el mundo.

La división de peso medio es de tanta estirpe y oropel, de tantos blasones y prestigio que ojalá lo que veamos sea bueno, o digno. Ni Canelo ni Golovkin están hoy a la altura de los grandes medianos que fueron Greb, Robinson, Walker, Monzón, Zale. "Ni estarán", van a replicar algunos. Pero nunca se sabe. A veces un par de victorias centelleantes hacen por alguien más que veinte triunfos medianos.

Canelo es robótico en sus movimientos, pero camina hacia adelante mejor que antes, tira combinaciones que no tiraba, es más cazador porque encuentra mejor el blanco. Su estrategia es encontrar al inglés con algo como lo que le hizo a James Kirkland. Amir Khan está acorralado en el acertijo a resolver: si le pegan pierde; y aunque sea más chico es poco probable que suba derrotado antes de pelear.

Pelea embrollada, cuestionada. Pero que tiene al menos dos protagonistas serios, o eso creo. Con los pies en el suelo y la mirada en las estrellas.

Sí, el Canelo es muy favorito.