14 de diciembre de 2014

Bradley vs Chaves: Un empate de risa

He visto a Timothy Bradley en todas sus peleas desde que rivalizó con Kendall Holt, en 2009. El de anoche fue el peor Bradley que he visto.

No dejará de ser por eso el gran combatiente de este tiempo, que es, pero su pelea con Diego Chaves entre cabezazos, rudezas y desencuentros no tuvo el brillo de los grandes acontecimientos. Gilberto Román vivió una noche de espanto contra Nana Konadu en 1989, fue vapuleado por el africano en la Arena México, y no por eso dejó de ser un inmortal de nuestro pugilismo. Sobran ejemplos para demostrar que estas cosas les suceden a buenos peleadores, especialmente en noches de las que se espera que sean poco demandantes.

Bradley, en un rendimiento a veces sombrío, con altibajos de miedo, nos dio sólo momentos de su buen boxeo, y cayó reiteradamente en lagunas que favorecieron (no puedo decir que aprovechó) a Diego Chaves.

"Bradley es superior pero es un rival 'ganable'", escribió Osvaldo Príncipi en La Nación de Buenos Aires el mismo sábado de la pelea, y casi acierta el experto, porque entre las fisuras tremebundas de Timothy y los malos jueces faltó poco para que Chaves regresara a Buenos Aires con una victoria.

La actitud de La Joya Chaves fue de una ambición escasa, parándose siempre con dignidad para un mediano esfuerzo en el ring, pero sin variar un ápice lo que había preparado. Parco en su ejecución, no rompió esquemas, se conformó con cumplir. El típico proceder del que dice "si con esto me alcanza, bien, y si no también". No hubo grandeza en él, no sorprendió, no encendió la llama que alumbra a los colosos. Olvidó que el carácter determina la mitad por lo menos de lo que vamos a conseguir. No fue con esa entrega económica como Alí le ganó a Foreman o como Chávez le ganó a Meldrick Taylor.

Tim Bradley, muy lastimado, quizá fracturado en el pómulo desde el comienzo, fue todo fastidio en la pelea. "Le tengo que ganar a este tipo pero mejor si estuviera peleando con otro, aunque fuera uno mejor", era lo que decía la expresión de su rostro. El argentino parado enfrente, con pertinacia le resultaba exasperante.

Yo no suscribo el comentario repetido, incluso en la mesa de trabajo que comparto en TV Azteca, de que "el que fuerza la pelea" tiene que ganar el round, toda vez que forzar la pelea no significa nada sino el resultado que se obtiene de forzarla. Yo puedo forzarla (provocarla, hacerla activa) pero si me reciben con una cataratas de madrazos que me desfiguran la cara... en mala hora el haberlo intentado. Queda abierto este foro en los comentarios para que mis compañeros y amigos del equipo participen con sus respuestas si es pertinente.

El boxeo se transforma con rapidez, y viendo boxeadores argentinos -como mexicanos- hay razones para pensar que muchos avances decisivos tardan en incorporarse a la enseñanza en sus gimnasios. El diferente trabajo de piernas de Bradley y de Chaves exhibió a un Chaves torpe para proyectarse y para recogerse. Bradley subido a un par de zancos se hubiera movido con mayor presteza que el porteño, con lo que se confirma que el boxeo de hoy es también un arte de la cintura para abajo. Chaves con piernas útiles sería mucho más que el muchacho digno pero limitado que vimos anoche. Marcos Maidana, otro argentino, con piernas hábiles sería un portento. Y así.

Las piernas de Willie Pep y las de Sugar Ray Robinson en los viejos tiempos eran una maravilla, pero algo excepcionales. Sin embargo desde los años de Alí y de Leonard, después Whitaker, Mayweather, Pacquiao, el boxeo de élite las ha incorporado de tal modo que su utilización eficiente es decisiva, y por lo tanto imprescindible.

No tengo noticias de que alguien haya visto ganar la pelea de ayer a Diego Chaves, excepto Julie Lederman. Con seriedad les diré que históricamente no me ha parecido una mala juez, y la recuerdo dando mejores tarjetas que jueces de experiencia inveterada. ¿Una actuación fallida? Todos la tenemos, sí, pero la repetición de los malos fallos es una bomba que ya le estalló al boxeo. El empate que anotó anoche el canadiense Craig Metcalfe tampoco era aceptable.

Julie Lederman dio 116 112 para Chaves en tanto que su padre, 'la tarjeta de HBO', dio 116 112 para Bradley.

Frescos todavía los recuerdos del indignante empate 114 114 de la señora C.J. Ross en la pelea de Floyd Mayweather con el Canelo, y el otro tristemente famoso 114 114 de Michael Pernick en Mayweather Maidana I, no podemos obviar que hace sólo tres días hubo otro escándalo por la victora de Oscar Escandón sobre Tyson Cave en Temecula. Pelea del infame 'título interino' de la no menos desprestigiada AMB.

Ni las comisiones importantes ni los cuatro organismos del boxeo están haciendo nada, que yo sepa, por remediar la angustiante situación de desamparo que sienten los aficionados. Los dirigentes miran para otro lado. Esto que sucede, no sucede, señores. Millones de personas son burladas impunemente en el mundo que ve boxeo, y todo sigue igual y seguirá peor. Cada domingo comentando los disparates de la noche anterior, nos preguntamos qué nueva arbitrariedad veremos el sábado que viene.

Los jueces tienen que ir a la escuela, pero no van, porque no hay escuelas para jueces. Algunos seminarios en las convenciones de los organismos, ya lo sé. No hay ningún reprobado. Todos exentan. Y así no se avanza. Los comisionados suponen que van a acabar con los malos jueces y los multiplican. Tiene que haber filtros, o nos seguiremos debatiendo en el mar donde naufragan juntos los incompetentes, los injustos, y los débiles de carácter que votan por el del promotor, por el favorito, por el ídolo, por su compatriota. El Consejo Mundial de Boxeo hace públicas ahora las tarjetas en los rounds cuatro y ocho, con lo que el juez desfasado compensa en los rounds cinco y nueve para no alejarse de sus contertulios. Reglas de boxeo redactadas por taxistas.

El 1 de septiembre de 1983 Kiko Bejines murió peleando con Alberto Dávila, y comenzó el desastre, porque era la primera pelea de título interino de la historia. Yo andaba por ahí. Recurrimos al interinato por una sola vez, para solucionar un problema legal-reglamentario que se había creado por una fractura de Lupe Pintor que tuvo que alejarse por un tiempo del boxeo. No creamos el título interino para ser usado como se usa. Que alguien defienda peleando un título interino es ya el colmo de la desfachatez. Desde entonces el boxeo profesional está condenado a humillación perpetua, por los que están para cuidarlo.

La pelea Bradley-Chaves fue una buena pelea con un fallo bochornoso. Yo digo que ganó Bradley por cuatro puntos, 116 112. Si no ganó por cuatro ganó por dos, o por seis. Esos son los márgenes. Ni empate ni victoria de Chaves por cuatro puntos como desatinó Julie Lederman.

Somos hijos de la impotencia. La impunidad sacraliza el despojo. Estos años se recordarán como los de fallos bárbaros que robaron en varias peleas a Juan Manuel Márquez, a Manny Pacquiao, a Timothy Bradley, a José Luis Castillo, a Andre Dirrell, a Bernard Hopkins, a Evander Holyfield, a muchos más.

El viejo boxeo derrama alguna que otra lágrima secreta, porque poco a poco muere, pero a nadie le importa.