¿Cómo que no lo dijimos antes? El miércoles en Deporte Caliente dije: "Wade dice que va a ganar. Su mamá y su hermano están de acuerdo, nadie más".
En peso medio Harry Greb confirmó su lugar en la historia ganándole a Gene Tunney, a Mickey Walker y a Tiger Flowers. Robinson confirmó el suyo venciendo a Jake LaMotta, a Rocky Graziano y a Gene Fullmer. Monzón dispuso de Nino Benvenuti, de Emile Griffith, de Rodrigo Valdez.
Y así.
A los 34 años de edad Gennady Golovkin tiene pocas opciones para enfrentarse a gente de pergaminos, y con seguridad Dominic Wade no era una de ellas.
Ahí está el Canelo, pero las especulaciones están posponiendo una de las peleas más grandes del mundo hoy.
Este es el boxeo chapucero que tenemos en la actualidad, de tantos títulos bastardos y de tantas peleas sin sentido. Sobran títulos, sobran organismos y sobran dirigentes.
Murió Sulaimán y no hay nada. En su tiempo de poder él y el CMB desconocieron a Alí, a Monzón, impusieron autoridad. No había títulos interinos, ni estúpidos cambios de resultados. No se declaraban campeones sin pelear. No teníamos el fraude de los supercampeones.
Murió Gilberto Mendoza y se fue con él el dirigente que más daño le ha hecho a este deporte jamás, habiendo sembrado la semilla de los supercampeones y lo que se desencadenó a partir de esa locura. La herencia que dejó Mendoza podría ser aun más perversa en el futuro inmediato, eso parece.
Tipos como José Medel, como Bennie Briscoe, como Eduardo Lausse, como Armando Muñiz, como Kid Tunero, como Earnie Shavers, nunca fueron campeones mundiales sólo porque había otros mejores que ellos, o no había las oportunidades que ahora sobran.
Es muy lamentable que se crearon los organismos del boxeo fuera de los Estados Unidos (AMB, CMB, OMB) para confrontar las injusticias, la arrogancia, el monopolio, la discriminación de los gringos y ahora estamos esperando que alguien de ese país --porque parece que de otro modo no se puede-- le ponga un freno a los depredadores latinoamericanos que han hecho del boxeo una cloaca y cada día abonan al exterminio con un nuevo clavo para su ataúd.